Reforma a Ley de Medios: No sólo es crear empleos

Por Juan Felipe López Aymes *

La nueva Ley de Medios de Corea del Sur aprueba que rotativos y conglomerados privados posean hasta el 10 % de acciones de televisión, 30% de proveedores de programación general y el 30 % de canales de noticias. Anteriormente, los medios electrónicos operaban bajo un esquema de inversión que los protegía del control de agentes que pudieran utilizarlos en beneficio de intereses diferentes a los sociales. La aprobación de dicha ley fue objeto de una trifulca entre legisladores conservadores y progresistas, después de un largo y frustrante proceso de negociación en la comisión correspondiente. Parte de las dificultades de esa negociación tiene que ver con la importancia de esa ley en cuanto al acceso y contenidos. La negociación era un callejón sin salida, ya que el Partido Democrático no iba a aceptar que el gran poder económico en Corea también posea control sobre los medios.

El tema de la modificación de ley de medios es muy interesante y se puede analizar desde varios ángulos. El primero es el netamente económico. Presumiblemente, ampliar las fuentes de financiamiento vía inversión privada en los medios electrónicos de comunicación suena como una respuesta atractiva ante la necesidad de modernizar el sistema en general, así como mejorar los contenidos de las compañías existentes, las cuales, por cierto, también han sido protegidas del capital extranjero (aunque en eso Corea no es una excepción). Abrir los esquemas de inversión en ese sector tendría, según el promotor de la reforma que es el partido gobernante, un impacto positivo en la generación de empleos y el mejoramiento tecnológico de los medios en cuestión. Si consideramos solamente el aspecto económico, entonces resulta absurdo que haya tanto rechazo por algo que es intrínsecamente deseable. Sin embargo, en la economía política coreana los factores políticos son muy importantes y muy vistosos.

Sobre el aspecto político hay varios puntos. Primero, el Gran Partido Nacional (GPN) en el gobierno tiene la mayoría en la Asamblea General (que es unicameral), lo cual, obviamente, les da poder en las iniciativas de reformas que más le interesan al régimen de Lee Myung-bak y a lo que él representa. Lee representa a una línea conservadora pro conglomerados industriales (él mismo creció profesionalmente en el gran conglomerado conocido como Hyundai). Segundo, antes de la reforma a los medios, el GNP había aprobado reformas que dotaban a empresas de corte industrial (no financiero) de permiso para invertir en sectores que siempre les habían restringido. Por ejemplo, tradicionalmente los grupos industriales no podían ser dueños de bancos comerciales, ni tener porciones accionarias con capacidad de controlar industrias estratégicas como acero, telecomunicaciones básicas, entre otras. Desde los años noventa, gradualmente, las restricciones a la propiedad de varios de esos sectores que habían sido protegidos no solo de extranjeros, sino también de los grandes conglomerados familiares, fueron relajándose. En el fondo, lo que se había querido evitar es el aumento de la concentración económica, lo cual podría generar distorsiones en la economía y, peor aún, grandes riesgos por prácticas predatorias y el llamado riesgo moral.

Para ilustrar el punto anterior, considérense dos ejemplos: si las industrias son dueñas de bancos, difícilmente se podría supervisar objetivamente las líneas de crédito intra-grupo; si los conglomerados que ya tienen sus propios rotativos también poseyeran medios electrónicos, se pone en riesgo, entre otras cosas, el acceso y fidelidad de la información. En ambos ejemplos, los extremos en la propiedad son igualmente nocivos para el sistema económico y la democracia. Tanto la prensa controlada por el gobierno (a nombre del estado) como por el poder económico no puede conducir a nada bueno. Asimismo, las ventajas de la reforma, como la creación de empleos y la modernización tecnológica, serían ensombrecidas por los intereses conservadores, las ambiciones comerciales y materiales de los conglomerados. Verbigracia, la venta de bancos comerciales a especuladores internacionales y otros bancos privados después de la crisis de 1997 trajo consigo una nueva dinámica de créditos al consumo que poco ayudaron a la formación de capital fijo o a proyectos industriales más productivos. Como efecto negativo, se creó una burbuja crediticia con desenlace fatídico para la economía de varias familias coreanas (fascinadas originalmente con la posibilidad de comprar sin dinero ni remordimientos).

Un tercer aspecto político es la confrontación entre el opositor Partido Democrático, de corte progresista, y el conservador. Hasta antes de la muerte del ex presidente Roh Moo-hyun en mayo pasado, parecía que por fin el GPN estaba logrando negociar reformas importantes con los grupos opositores en la Asamblea Nacional. Pero, los hechos previos y posteriores al suicidio de Roh, condujeron a la parálisis legislativa y a la radicalización de ambos grupos. Por eso no han podido ponerse de acuerdo en las comisiones legislativas para aprobar las reformas de manera consensuada. Esa es una de las razones por las que la reforma a la ley de medios se tuvo que llevar a votación al pleno de la Asamblea Nacional, en la cual el GPN tiene la mayoría necesaria para aprobar la iniciativa. Como decimos en México, los “mayoritearon”. Los diputados del GPN sólo tenían que lograr introducirse físicamente al recinto legislativo, lo cual hicieron a empellones y literalmente saltando obstáculos humanos que físicamente bloquearon las entradas, excepto una. Lo demás es parte del “folklor” político.

Los conglomerados coreanos, conocidos como chaebol, son grandes empresas diversificadas que han concentrado la riqueza del país. Entre los años 60 y 70 el mismo gobierno promovió su formación y constituyeron parte nodal en el proceso de industrialización y modernización y por lo que Corea se está entre las primeras 15 economías mundiales. Esto es notable, especialmente después de haber estado sumida en la pobreza y haber sufrido la destrucción tras la Guerra de Corea a principios de los años 50. Pero ahora, los chaebol son agentes muy poderosos y financieramente independientes. Tradicionalmente habían sido limitados en varios sectores delicados, aunque poco a poco las reglas económicas se han ido relajando con lo cual los conglomerados han ido ganando mayores espacios, un poco por cuestiones ideológicas y otro tanto por presiones internacionales. La Ley de Medios es una más de las reglas que se han tratado de adecuar a lo que el gobierno interpreta como una necesidad impuesta por el ambiente internacional, por ejemplo la actual crisis financiera mundial. Bajo la óptica del gobierno, estas reformas son una forma de atajar o combatir los problemas de rezago que se pudieran estar viviendo. La liberalización es concebida entonces un remedio para elevar la competitividad de los diferentes sectores de la economía.

Seguramente lo ocurrido en la Asamblea Nacional es un reflejo de la tendencia en la economía política coreana, en la que el poder económico cada vez adquiere más espacios de influencia y control. Mientras tanto, el gobierno actual, con sus limitaciones estructurales e ideológicas y con la presión de la crisis financiera internacional, no parece tener la intención de erigirse como árbitro imparcial en la competencia económica y política.

* Juan Felipe López Aymes. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y Maestro en la Universidad Yonsei en Seúl, Corea. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Sussex, Reino Unido. Actualmente es profesor investigador en el Centro de Estudios de Asia y áfrica de El Colegio de México, donde trabaja temas de economía política comparada en el noreste de Asia y economía política del desarrollo en el caso de Corea del Sur.