Kim Dae Jung: una muerte que abrió el diálogo

Por Ramiro Trost *

Las dos reuniones cumbre entre ambas Coreas dejaron más interrogantes que certezas. El inicio del gobierno de Lee Myung Bak en el sur profundizó esa sensación y congeló el proceso de reconciliación. Justamente la muerte de quien fue su artífice en el año 2000 ha abierto la puerta a un nuevo diálogo entre Norte y Sur.

Kim Dae Jung abrió la era de un nuevo tipo de relación con Norcorea cuando protagonizó en junio de 2000 en Pyongyang, junto al líder norcoreano Kim Jong Il, la histórica primera cumbre intercoreana. Roh Moo Hyun, que lo seguiría en la presidencia, continuó ese camino de intercambios y reuniéndose también con Kim.

Las declaraciones conjuntas que fueron emitidas luego de los dos encuentros entre los líderes de ambos países fueron un compendio de buenas intenciones, pero de difícil concreción y dejaron en el aire preguntas que aún perduran.

¿Deben las dos Coreas avanzar hacia la reconciliación y la reunificación sin alcanzarse antes una resolución al problema nuclear? ¿Podrán convivir, invertir en la otra parte, visitarse y redescubrirse con la amenaza atómica sobre sus cabezas? ¿Puede haber reunificación sin reconciliación previa?

El mismo juego de acercamientos y distanciamientos aplica Norcorea en las tratativas nucleares. El anterior presidente de Estados Unidos, George Bush, nunca supo cómo manejar ese problema atómico. Pyongyang no lo dejó. Kim Jong Il marcó el ritmo de las negociaciones con amenazas, lanzamientos de misiles y hasta una prueba nuclear.

Las cosas parecen haber cambiado con la llegada de Barak Obama a Washington. En este contexto del partido Democrático, el ex mandatario estadounidense Bill Clinton viajó a Pyongyang para reunirse con Kim Jong Il. El permiso de Kim para liberar a las dos periodistas asiáticas-estadounidenses detenidas es una muestra de ello. Nadie duda de que el gobierno de Obama estuvo al tanto y autorizó esas tratativas.

Mientras lentamente se reactiva el canal político con el abordaje de temas humanitarios, como el de las periodistas detenidas y el reencuentro de los familiares separadas de las dos Coreas, nadie desconoce que gran parte de los acuerdos intercoreanos alcanzados se basan en la cooperación económica.

El Instituto de Investigación Económica de Hyundai reveló que Corea del Sur necesitará al menos US$11.000 millones para realizar los proyectos previstos en el Norte. Sólo en ayuda humanitaria el Sur entregó al Norte más de US$2.200 millones en los últimos 14 años.

La pregunta es si los ciudadanos surcoreanos están dispuestos a pagar más impuestos para mantener a un régimen que representa una amenaza. Hay sectores que piensan que están financiando a un régimen enemigo. Esas dudas ya se habían acrecentado cuando el recientemente fallecido ex presidente Roh Moo Hyun terminó su mandato, en cuando a la continuidad del plan de acercamiento entre las dos Coreas que había iniciado Kim Dae Jung. Es por eso que nadie se sorprendió cuando Lee Myung Bak suspendió la cooperación económica, el campo en que Corea del Norte tiene más necesidades por resolver.

Mientras el Norte intenta recomponer sus lazos diplomáticos con Estados Unidos, un camino similar parece iniciarse entre Norte y Sur luego de la muerte de Kim Dae Jung. Los funerales de Estado que se le rindieron al premio Nobel de la Paz del año 2000 llevaron a Seúl a una delegación de Pyongyang que se reunió con el presidente Lee Myung Bak. La política del conservador Lee había mostrado desde el comienzo de su administración un cambio radical en su manera de relacionarse con el Norte. Incluso significó en muchos aspectos un retroceso en el camino recorrido.

Recientemente, la opinión pública surcoreana había analizado en su momento que el ex presidente Roh, que se suicidó hace dos meses acosado por sospechas de corrupción surgidas desde el oficialismo, había cumplido con su viaje al Norte como un anhelo personal, más que como una profundización del acercamiento con los vecinos.

Algo que juega a favor de la actual administración es la urgencia de divisas del régimen norcoreano e, internamente, el hecho de que la amenaza de seguridad se convirtió en un fenómeno ordinario para la mayoría de la población sureña, especialmente los jóvenes. Más allá del cambio de políticas, en el trato con el Norte el presidente Lee Myung Bak carga con la herencia de lo sembrado por Kim Dae Jung y lo cimentado por Roh Moo Hyun. Del progresismo al conservadurismo y aunque existan congelamientos temporarios, hay un sendero recorrido que no se puede borrar.

Kim Dae Jung no sólo ha dejado la impronta de una vida dedicada a la lucha por la democracia y sus ideales, sino que su marca permanecerá indeleble en el modo de relacionarse con Corea del Norte y en la búsqueda de la paz y la reconciliación.

* Ramiro Trost. Licenciado en Comunicación Social (Universidad Nacional de Rosario). Postgrado en Gobierno Electrónico y Gestión Pública (Universidad de Chile). Vivió 9 años en Corea del Sur y visitó Corea del Norte en 2006. Como periodista y corresponsal para medios internacionales viajó por Asia y cubrió noticias de la región. Es ciudadano honorario de Seúl.