La política coreana ha sido conmocionada recientemente por las marchas pacíficas que se llevaron a cabo a escala nacional y que tuvieron su sello distintivo por las velas que portaban los manifestantes. Las mismas fueron originalmente iniciadas por las estudiantes adolescentes de las escuelas secundarias a través de Internet, desde mayo a junio de 2008. Pudo observarse que la capacidad de los ciudadanos de expresarse y manejar sus acciones en forma pacífica era altamente avanzada, y que ese aspecto le debe mucho a la revolución comunicacional entre los ciudadanos, vía las noticias de Internet y los teléfonos celulares. Esta demostración colectiva fue tan impresionante que atrajo una gran atención, no sólo en el ambito doméstico, sino también en el internacional. La cuestión clave subyacente fue la percepción social de la sociedad de riesgo, o más exactamente, la construcción por parte de los ciudadanos del peligro de la enfermedad de la vaca loca a raíz de la importación de carne de vaca estadounidense. Por lo tanto, es oportuno repasar brevemente dónde se encuentra Corea hoy y cómo se ve su futuro, en términos de la percepción pública de los riesgos, y qué puede sugerirnos en este sentido la idea de modernizacion reflexiva.
El sondeo de investigación a escala nacional acerca de la sociedad de riesgo data de 1999, cuando 18 cuestiones de riesgo fueron elegidas y agrupadas en 5 categorías. Las 18 cuestiones eran 1) agua corriente contaminada, 2) productos alimenticios tóxicos, 3) construcción fraudulenta, 4) accidentes de tránsito, 5) violencia y acoso sexual, 6) violencia en campus universitarios, 7) desintegración familiar, 8) delitos violentos, 9) desempleo, 10) oposición hostil entre patronales y trabajadores, 11) conflicto armado con Corea del Norte, 12) grandes incendios 13) bancarrota financiera, 14) espionaje, 15) escapes radioactivos 16) negligencias de la vida, 17) el egoísmo colectivo, 18) corrupción. Las 5 categorías incluyeron 1) amenazas para la salud, 2) violencia, 3) accidentes, 4) desastre económico, y 5) riesgos morales. La pregunta era la siguiente: “Aquí usted tiene una lista de los riesgos que los ciudadanos enfrentan actualmente. ¿Cuán serios considera que estos son en la actualidad? Las respuestas sugeridas estaban ordenadas desde “nada serio en absoluto”, “no tan serio”, “algo serio” hasta “muy serio”, y se solicitó a los entrevistados que escogieran una de esas respuestas. La intensidad percibida de riesgos fue medida por una escala de 0 a 3.
El riesgo de construcción fraudulenta fue percibido como el más serio, seguido por los accidentes de tránsito y por la corrupción. A pesar de la crisis financiera y del desempleo, que golpeaban severamente a Corea en aquel momento, el riesgo de despido aparecía recién después de la corrupción, y el riesgo con las transacciones bancarias figuraba muy por detrás, como el número 14. El riesgo de conflicto armado con Corea del Norte fue percibido como el más bajo. Esto implica que la percepción popular en cuanto a los riesgos fue influenciada en gran parte por el derrumbamiento del puente Songsu, uno de los tantos que cruzan el río Han (1994), y de la gran tienda Sampoong (1995), que estaba situada en un barrio de clase media de Seúl. Tales incidentes impactaron en la gente, ya que nadie pensó que esta clase de accidentes podrían ocurrir.
Particularmente, la corrupción era vista como la causa raíz de muchos de los riesgos que los ciudadanos enfrentan, como por ejemplo, la construcción fraudulenta. Los derrumbamientos del puente y de la tienda fueron considerados no simplemente como una falla técnica sino como un problema estructural, en el sentido de que la corrupción estaba profundamente enraizada en la relación entre el gobierno y las empresas privadas. Muchas empresas constructoras demostraron su capacidad para construir edificios técnicamente seguros y de alta calidad en el exterior, pero no les fue permitido participar en las obras dentro del país debido a la corrupción y otros problemas y deficiencias institucionales.
La comparación entre las cinco categorías revela que riesgos como el de los accidentes fueron percibidos como los más serios en 1999. Los riesgos morales ocuparon el segundo lugar. La <figura 1> muestra que, a pesar de la crisis económica, la percepción con relación a los riesgos económicos no era tan alta como la de accidentes y riesgos morales de 1999.
El análisis del perfil que muestra la distribución real de respuestas por cada punto de la escala es también significativo. Primero, la curva de los riesgos de accidentes aparece inusualmente hacia arriba comparada con la de otras categorías. En segundo lugar, las curvas de las amenazas de vida y los riesgos económicos exhiben un patrón similar. Tercero, las curvas de la violencia y los riesgos morales son también distintivas, en el sentido que aquellas con la más extrema urgencia aumentan agudamente, como lo podemos ver en la escala de 8 a 9. Particularmente, los que sentían que el riesgo moral era de la más extrema urgencia y seriedad, aumentaron incomparablemente en otras categorías. Aquí podemos encontrar otro aspecto de la intensidad de los riesgos percibidos, según los datos de 1999.
Sin embargo, la percepción social de riesgos resultó ser absolutamente diferente cuando se realizó el estudio a escala nacional en 2007. Esta vez las cuestiones de riesgo fueron clasificadas en 6 categorías, que incluyen los riesgos de familia, de salud, ambientales, de violencia, de accidentes y económicos. La pregunta realizada no fue la misma que en 1999. Pero el análisis muestra tendencias interesantes.
En forma inequívoca se encuentra un patrón similar de curva entre la de hace 10 años y la actual, con los riesgos económicos en la cima. La categoría de riesgos económicos se compone de dos ítems, el desempleo y los créditos impagos. Dada la amplia brecha entre ricos y pobres, la polarización social y las dificultades económicas de la gente común, pareciera ser natural que los entrevistados hayan estado excesivamente preocupados por los riesgos económicos que enfrentan en su vida cotidiana.
Lo que es interesante en este sentido es la percepción anticipada de riesgos 10 años más tarde. Aquí encontramos a los riesgos ambientales ocupando la cima, incomparable a los otros. La categoría de los riesgos ambientales se compone de dos ítems: cambio climático y contaminación ambiental.
El segundo punto más alto es el de los riesgos sobre la familia, que se compone de la desintegración familiar y las dificultades de la vida en la terecra edad. El <gráfico 3> muestra claramente un cambio general en la percepción de los riesgos a medida que el tiempo avanza.
Considerando todo, se probó que las prioridades en la percepción del riesgo van cambiando con el paso del tiempo. En el pasado, los tipos convencionales de riesgo como la corrupción, la oposición entre el partido oficialista y los partidos de la oposición, el conflicto entre los trabajadores y la gerencia, tifones e inundaciones, violencia en los campus universitarios, y así sucesivamente, se habían incluidos entre los 10 mayores riesgos. Sin embargo, fueron dejados de lado en los 10 mayores riesgos que se anticipan sobre el futuro y substituidos por virus de Internet, la contaminación atmosférica, la contaminación de los alimentos, violaciones de la privacidad y la seguridad social. Sin embargo, también se probó que el coeficiente de correlación entre los riesgos percibidos en el pasado y los riesgos que se prevén para el futuro era tan alto como 0.6169. De particular importancia en este sentido sería entonces la pregunta: ¿Qué items de riesgo se perciben como frecuentes en el pasado, en el presente pero también en el futuro? El siguiente gráfico demuestra cómo la percepción de riesgos está cambiando con el tiempo. El eje horizontal se refiere a la intensidad de riesgos percibidos actualmente, mientras que el eje vertical se relaciona con los del futuro, 10 años más tarde. Usando nuestros datos de 2007, podemos proyectar el patrón cambiante de la percepción del riesgo de 2007 a 2017.
Dentro de 10 años / En el presente
Un paso más alla, podemos decir que si la rápida carrera a la modernización nos ha llevado a una sociedad del riesgo, podemos resolver una salida a través de la modernización reflexiva. El término “reflexiva” puede tener varias connotaciones.
El punto de partida es tomar conciencia de los peligros de la carrera al desarrollo Reflexiva significa que ponemos atención no sólo en las consecuencias esperadas de las medidas que tomamos, sino también en las consecuencias involuntarias.
El segundo aspecto se refiere a un nivel más avanzado de reflexión donde tomamos conciencia del efecto del conocimiento en la creación de riesgos. Es decir, podemos hacernos más reflexivos si tomamos en cuenta cómo nuestro conocimiento, por ejemplo conocimiento científico, médico o biológico, o nuestra identidad como hombres o mujeres, está interviniendo en la construcción de la realidad de una manera tal que creamos más incertidumbre y fluidez que un escanario sin cambios y rigidez, dando lugar de tal modo a la percepción de riesgos previamente desconocidos o invisibles.
El tercer punto se refiere a una radical apertura a las ambigüedades, a las incertidumbres y a las contingencias. Aquí, reflexiva significa que uno admite riesgos y está preparado para convivir con ellos, más que preocupado por controlarlos y eliminarlos. Liberado del paradigma científico tecnológico, reflexiva significa realizar un acercamiento deliberativo con una perspectiva irónica, no para eliminar riesgos a través de los recursos científicos, legales y económicos disponibles sino para manejarlos mejor. Aquí, la reflexiblidad tiene que ver con una forma de vida radicalmente abierta.
El cuarto nivel se relaciona con una estrategia de desarrollo que es consciente de su base cultural. Se requiere así no sólo un acercamiento instrumental sino reflexivo a los programas de políticas, preguntándose a qué desarrollo o modernización sirve, después de todo. Si la modernidad va a producir una sociedad de riesgo, debemos hacernos una pregunta fundamental: cómo podemos perseguir un modelo alternativo de desarrollo. Aquí, reflexiva significa no sólo tomar a Occidente como modelo a seguir, es decir, una modernización “de puesta al día”, sino preguntarnos el propósito y la dirección que ha de tomarse por la modernización reflexiva como una alternativa y para justificarla en términos de perspectivas normativas basadas en la cultura .
Con esta perspectiva reflexiva, deberíamos prestar atención a la creciente brecha entre la proliferación rápida de los conflictos sociales y la capacidad institucionalizada del manejo del conflicto. Si entendemos a la modernización como un proceso continuo de democratización, Corea se ha movido con éxito por ese camino desde mediados de 1980. Sin embargo, mientras la democratización continúa, han tendido a surgir más conflictos en varios sectores, sobrepasando la capacidad gubernamental y/o social de resolución de conflictos. El riesgo aquí se refiere a la profunda división, antagonismo y conflicto que separa más que une a la gente. El riesgo aparece no debido a los conflictos como tales, sino debido a la creciente disparidad entre el nivel donde los conflictos tienden a proliferar y la construcción de capacidad de resolución de conflictos por parte del estado y la sociedad. Para la construccion de capacidades es necesario un liderazgo político que tome una responsabilidad de largo plazo por su accionar, así como transparencia, sobre la cual la confianza en las instituciones públicas puede ser creada y fomentada. En el pasado, teniendo solamente una visión en mente, los líderes del gobierno y los negocios fallaron en prestar la debida atención a las posibles repercusiones negativas que su preocupación por la carrera al desarrollo pudo traer a la sociedad en el largo plazo. Bajo estas circunstancias, organizaciones vitales para las políticas públicas, tales como la administración del Estado, los bancos, los institutos de crédito, que debían controlar los riesgos, estuvieron implicadas en su creación y proliferación. Estas deficiencias pueden y deben ser mejoradas drásticamante.
Sin embargo, deberá tenerse cuidado de no caer en un determinismo pesimista. Ver a los riesgos como consecuencias del rápido modelo de desarrollo implica que ciertos riesgos pueden ser reducidos mediante la formulación de mejores políticas y acercamientos. Si desarrollamos un sistema más racional, más flexible, más receptivo de gestión de riesgos, la capacidad institucional de ocuparse de los riesgos puede ser consolidada significativamente. Sin embargo, también implica que no es tan fácil cambiar radicalmente el muy veloz modelo de desarrollo, ya que la mentalidad, la aspiración y la fuerza impulsora prevalecientes asociadas a ella se ha hecho ya demasiado familiar para mucha gente.
* Profesor de la Universidad Nacional de Seúl